Ideología y Educación
Lo han
conseguido, nos han hecho robots (ó casi), nuestro pensamiento está determinado
por lo que conviene económicamente a algunos. Han instaurado un sentido común que
hace que no nos cuestionemos el status quo, la injusticia ya nos parece
irremediable, natural, así mismo la desigualdad y el individualismo. El mantra
que nos domina dice “hay que ser
competitivo, que el mundo es muy duro…” y lo malo es que nadie ha de decírnoslo
pues lo interiorizamos como una verdad
incuestionable.
En educación
también ha pasado, ahora se ve como una rareza hacer cosas fuera del libro de
texto, meter la vida en la escuela, o dudar de una evaluación que se base en la
continua clasificación de los exámenes. En la actualidad, plantearse cuestiones
como que, la escuela, dejada a la inercia de su organización tradicional, beneficia
siempre a los que parten de mejores condiciones, plantearse eso, suena a
anticuado o a ideología peligrosa.
Como dice el
pedagogo Henry Giroux “La crisis de la
escuela es la crisis de la democracia”.
Pero, cómo
hemos llegado a esto. Había una tradición pedagógica, no mayoritaria pero
si fuerte, que tenía claro que favorecer
el espíritu crítico, fomentar valores de participación democrática, era
fundamental para educar seres
verdaderamente humanos, que albergaran la semilla del cambio hacia un mundo más
justo.
No hace tanto
tiempo, los movimientos de renovación pedagógica, Freire, Celestín Freinet… mantenían
una tradición pedagógica que influía en los claustros en la dirección de la
alegría, el compromiso, que promovía la democracia del día a día. Esa forma de
ver la escuela siempre estaba presente
en los colegios aunque no fuera de
manera mayoritaria.
Todo eso pasó
de moda. Son malos tiempos para la lírica.
Sin embargo
no podemos resignarnos, en mi caso he seguido asistiendo a los congresos de un M.R.P. el Movimiento Cooperativo de
Escuela Popular (M.C.E.P) una de
aquellas escuelas de verano que en los años 80 eran tan numerosas y en las que
se respiraba ese enriquecedor ambiente de la pedagogía crítica. Siempre me
ha parecido necesario el compromiso con las ideas de profundización
democrática. Pienso que como escribió el
gran maestro francés Celestín Freinet “La democracia del mañana se prepara con
la democracia en la escuela” sólo haremos un mundo democrático si vivimos la
democracia en la escuela día a día. Considero que una escuela diferente a la
tradicional de la autoridad y el miedo, es posible, una escuela en la que la alegría
y el compromiso de querer una sociedad mejor se comunica a los niños y las
niñas y permite una metodología que se
preocupa más por generar valores de compañerismo y participación democrática
que por inculcar la obediencia ciega. Siempre me ha parecido evidente que si la
vida entra en el aula la motivación para aprender es mucho mayor. Pero… ahora
parece que lo evidente es todo lo contrario, la competitividad, el examen, la
nota, el libro de texto como único recurso…
Lo dice bien
el pedagogo Jurjo Torres Santomé, nos hemos convertido en “empresarios de
nosotros mismos”, viva la acumulación de títulos para el currículum, todo se
mide en términos económicos, es bueno lo que renta (dinero) lo demás son
altruismos utópicos. El oráculo de la O.C.D.E. basado en las evaluaciones
externas (objetivas…) el famoso informe Pisa; el nuevo lenguaje, tan viejo en
el fondo, de los estándares y las rúbricas…
Sin embargo
no es cierto, a poco que nos detuviéramos a pensar nos daríamos cuenta de que
lo verdaderamente humano no es competir si no ayudar, eso es lo que habría que
enseñar en las escuelas, lo verdaderamente humano no es perseguir predominantemente mi interés individual, sino
avanzar en la adquisición de ese espíritu
crítico que nos permita unirnos para, entre todos, cambiar esta sociedad
injusta. Una sociedad en la que, sin darnos cuenta, aceptamos unos valores que
solo perpetúan este sistema profundamente desigual, en el que el único principio que permanece incontestable es el de que lo
interesante es conseguir más dinero pese a quien pese
Como digo, a
poco que pensáramos se nos revelarían estas razones como evidentes, pero este mundo
globalizado, sin ideología (falso, neo liberal) “se lo ha montado tan bien” que,
con sus continuas prisas, y su obsesión por “el emprendimiento”, no nos dejar pararnos
a pensar, ni siquiera… ese poco necesario. Es fundamental, a pesar de ello, no
tirar la toalla, nunca cejar en empeño del espíritu crítico, de la
participación, de la democracia, para que cuanto antes cambien los tiempos
también en educación.
Juan
Fernández Platero
No hay comentarios:
Publicar un comentario