¿Para qué
la escuela? (otro sentido común)
Es frecuente escuchar, en estos tiempos de confinamiento,
que necesitamos enfrentarnos con lo importante, lo vital, hablemos por tanto de
Educación.
Podemos, en este ámbito, optar por no plantearnos
demasiadas cosas, hacer lo que parece de sentido común, seguir la corriente,
fomentar el esfuerzo para ser el /la que más sabe, el que saca una
nota más alta en el examen, el más
competitivo en esta sociedad tan difícil, luchar por hacerse un lugar en el
mercado y poder ganarse muy bien la vida… sin reflexionar demasiado es, ya digo,
el sentido común… Pero, a poco que nos paremos (tiempo adecuado este para ello)
a poco que profundicemos, resulta evidente que la educación habría de ser otra
cosa, los objetivos serían avanzar en
valores de solidaridad, crecer en espíritu crítico, vivir la práctica
democrática, eso nos haría más humanos, más felices… Esto resulta claramente
más adecuado para la mejora de la humanidad (y de nuestra humanidad) es otro
sentido común. Se trata de “Pedagogía Critica” pero necesita más reflexión.
Evidentemente Don Quijote tenía razón.
La sociedad
neoliberal, consumista, individualista, no fomenta esta toma de conciencia y
por ello la educación está como está (la
sociedad está como está)
Ese planteamiento de escuela comprometida necesita,
para crecer, algunas características radicalmente distintas a las que predominan.
Necesita otro currículum, otra metodología y otra organización.
Un currículum integrado, que se base en la vida de las criaturas y por ello sea
relevante para ellos y ellas, que trabaje sobre situaciones reales que nos ayuden a entender
el mundo pero siempre en el camino de comprometerse en su mejora. Problemáticas fundamentales como la emigración,
el feminismo, el desastre climático, la economía,
la justicia, el hambre… deberían ser el currículum.
Una metodología activa, abierta, flexible,
horizontal, coeducativa, democrática, que atienda la diversidad, afectiva.
Y una organización basada en la libertad, que afronte la complejidad porque el
ser humano lo es. Una organización adaptada siempre por las maestras y maestros que no han de ser
meros técnicos sino intelectuales que investigan y crean. Una escuela de la alegría, que cofia en el poder de la cooperación de las
criaturas, el profesorado y las familias.
La alternativa que la Pedagogía Freinet propugna
para la escuela, por su compromiso con la democracia radical (asamblea,
cooperativa, escuela pública) y su planteamiento metodológico que confía en la expresión
libre, en el aprendizaje natural y en el carácter abierto de técnicas como el
texto libre, la correspondencia, los contratos de trabajo, y la vida como
objeto de estudio, es una opción a mi
juicio muy útil para avanzar en ese camino.
Un cambio profundo que ahora, en tiempos duros, cuando los valores esencialmente humanos se
revelan claramente, se hace cada vez más
necesario, otro sentido común.
Juan Fernández Platero
Movimiento Cooperativo de Escuela Popular.